Foto: Ginette Gilart
Chow chow y galgo
distintos y distantes
como sus dueños.
domingo, 27 de septiembre de 2015
sábado, 26 de septiembre de 2015
Suances
Villa marinera en la Costa Central de Cantabria a unos 30 kilómetros de Santander, en dirección a Torrelavega.
Ría de San Martín de la Arena o Ría de Suances
Playa de la Concha
Playa de la Concha
Indicador de la Ruta de Elena Soriano
Playa de la Ribera, en la desembocadura de la Ría
Desembocadura de los ríos Saja y Besaya ya unidos
Indicador de la Ruta de Miguel Delibes
Entre la Playa de la Concha y la desembocadura
Sopla el viento
Desde el mirador del Torco vista de Suances
y de la playa de la Concha
Vista de la playa y de la desembocadura
Faro en la Punta del Dichoso
Antiguas defensas costeras restauradas.
Sede de la Universidad de verano de Medio Ambiente
Acantilados
Playa de Los Locos, ideal para surfistas
La Estatua de los Vientos del escultor
Jesús González de la vega
Inscripción en el pedestal de la estatua
jueves, 24 de septiembre de 2015
domingo, 20 de septiembre de 2015
jueves, 17 de septiembre de 2015
sábado, 12 de septiembre de 2015
martes, 8 de septiembre de 2015
domingo, 6 de septiembre de 2015
jueves, 3 de septiembre de 2015
De visita
Fotografía: Ginette Gilart
Mi relato para ENTC (Esta noche te cuento). Tema: EPITAFIOS
DE VISITA
Cuando franqueó la verja por primera vez la sorprendió
gratamente la paz y el silencio que reinaban. Le gustaba lo que veía y oía a su
alrededor, los cipreses que se elevaban hacia el cielo, las flores que
adornaban las tumbas, el sendero de gravilla limpio de hierbajos, perfectamente
trazado, y el trinar de los pájaros, que revoloteaban de árbol en árbol. Cada
semana solía acompañar a su madre al cementerio y enseguida aprendió el camino
hacia la tumba. Mientras la mujer limpiaba la losa y cambiaba las flores del
jarrón, la niña jugueteaba entre los panteones.
— Nena, no te
alejes, enseguida nos iremos.
A menudo se encontraba con una anciana, vestida de negro,
reclinada ante una sepultura. En la lápida se podía ver el retrato de un joven
soldado custodiado por un ángel doliente. Bajo la foto, un nombre, una fecha y
un simple D.E.P. La niña se acercaba a ella, la saludaba amablemente, y la
señora le devolvía una sonrisa.
Cuando la madre
acababa su cometido llamaba a la cría:
— Nena, nos vamos, despídete de tu hermanita.
La niña, entonces, depositaba un beso en el frío mármol.
— Hasta la semana que viene, Olga.
martes, 1 de septiembre de 2015
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